martes, 3 de julio de 2012

"En el desig cicatritzat i en l'ombra" (Maria-Mercè Marçal)

T'he engendrat amb dolor,
t'he parit amb plaer.
(Te he engendrado con dolor, 
te he parido con placer.)

Ya iba siendo hora reconocerlo; algún tipo de oculta perversidad en los miembros de esta bitácora irreverente. Una de particularmente inconfesable, por lo que tiene de abyecta: nos encanta rebuscar en estantes ajenos. Siempre que la noche (más que la mañana), el azar o la más trivial fuerza centrífuga de lo cotidiano nos descubren en casa de un desconocido, compartiendo mantel, sofá o cama turca, reflexiones y risas, tequilas o güisqui, encontramos un momento para, valiéndonos de la confianza ganada, improvisar cualquier excusa y entregarnos, cual ladrón impenitente o recalcitrante voyeur de lencería íntima, a registrar, no los cajones en busca de la combinación de la caja fuerte o los tanguitas y jueguecitos sexuales de la inquilina (o inquilino) de la vivienda, sino su librería, sus libros, cuanto lee, ha leído o pensó alguna vez ilusamente en leer.

Sucedió uno de estos últimos días pasados con el Manco en Barcelona. Y concretamente, en el coqueto piso de A., una joven médico nacida en un pueblecito del interior catalán, con la que últimamente comparte conversaciones, cafés en mañanas de días lluviosos y aburridos como el de ayer y alguna que otra noche de cine con cine-fórum final con copa tête à tête en bar modernista del centro.

Y no es que las palabras de A. no nos impresionaran (la verdad es que, tras escucharla, comprendimos porque el Manco es incapaz de cerrar la novela que le va a volver a consagrar en este otro siglo de "maldá insolente"). Rambó y el que suscribe no parábamos de darnos codazos y puntapiés a escondidas de los dos tórtolos, aunque con el transcurso de la tarde tales muestras de afecto canalla se colorearan con la premura de constatar qué escondía A. en lo más recóndito de su sensibilidad. Una vez más, fui yo quien ganó la mano al impulsivo carolopolitano.

Y allí me estaba esperando, como una luciérnaga sencilla e indómita, en la penumbra entreabierta del cuarto de estudio, perdido entre gruesos volúmenes médicos y caóticos apuntes del pasado, La germana, l'estrangera, libro de Maria-Mercè Marçal, en su cuidada primera edición intonsa de la mítica editorial Llibres del Mall. Había oído hablar de él a G., una compañera de la facultad aficionada a la literatura catalana contemporánea. Me había explicado, con ese entusiasmo aturdido de quien todavía busca respuestas en la poesía (lo mejor es simplemente encontrarlas), cómo este poemario, junto a Sal oberta, había supuesto la entrada del embarazo y la maternidad como temas en la literatura catalana desde una óptica sincera, íntima, revolucionaria. Yo mismo había disfrutado por aquellos días de la frescura juguetona y reveladora de un poemario anterior de esta escritora, Bruixa de dol ("Una dona sense un home / és como un peix sense bicicleta" -"Una mujer sin un hombre / es como un pez sin bicicleta"-).

Y esa y no otra fue mi experiencia a lo cueva de Montesinos de estos días pasados. Para cuando volví con mis contertulios, una vez vaciado el libro, lo que a mí me había parecido escasos diez minutos, a ellos tal vez no les pareciera nada. Ventajas de la botella de ron que alguien -sin duda, ese insuperable cómplice que es Rambó- decidió convertir, como por arte de alquimia, en un mojito detrás de otro.

Os dejo tres poemas, a modo de muestra reducida pero representativa, de La germana, l'estrangera. Perdonad la torpe traducción (en sentido literal, no se trata de una captatio benevolentiae).

Com si un tauró m'arrenqués una mà
i tot seguit l'escopís a la platja
i ella mogués els dits per manaments
estranys als de la meva voluntat
i ja no obeís més el meu cervell
tal com el cap del gall decapitat
obre i tanca la boca i el cos corre,
esparverat, llunyà, sense retorn,
jo contemplava aquell bocí de mi
esdevingut, ja per sempre, estranger,
i alhora imprès per sempre, a cor i a sang,
en el desig cicatritzat, i en l'ombre.

(Como si un tiburón me arrancase una mano / y acto seguido la escupìera en la playa / y ella moviera los dedos por mandatos / extraños a los de mi voluntad / y ya no obedeciera más a mi cerebro / tal como la cabeza del gallo decapitado / abre y cierra la boca y su cuerpo corre, / aterrado, lejano, sin retorno, / yo contemplaba aquel pedazo de mí / convertido, ya para siempre, en extranjero, / y al mismo tiempo impreso para siempre, a corazón y a sangre, / en el deseo cicatrizado, y en la sombra.)

         El teu dolor:
la meva culpa, en el mirall
mirall, repte que imanta uns ulls
de cega que em retornen, nus,
mandrons de fona
clavats al mig del meu dolor:
la teva culpa en el mirall.
        La teva culpa:
el meu dolor en el mirall
mirall, desert on interroga
els confins de la sorra, cega
endevina d'estralls,
obstinada i fidel, la meva culpa:
el teu dolor, en el mirall.

(Tu dolor: / mi culpa, en el espejo / espejo, reto que imanta unos ojos / de ciega que me devuelven, desnudos, / armas de honda / clavadas en el medio de mi dolor: tu culpa en el espejo. / Tu culpa: mi dolor en el espejo / espejo, desierto donde interroga / los confines de la arena, ciega / adivina de estragos, / obstinada y fiel, mi culpa: / tu dolor, en el espejo.)

¿Quin sol desdentegat
em sonriu des d'un món
que vaig conèixer fa
molt temps i que he oblidat?
Ocells salvatges s'han menjat les molles
que vaig anar deixant per fer camí.

(¿Qué sol desdentado / me sonríe desde un mundo / que conocí hace / mucho tiempo y que he olvidado? / Pájaros salvajes se han comido las migas / que fui dejando para hacer camino.)

4 comentarios:

  1. De la poesía no hay que esperar, ni buscar, respuestas.

    La poesía plantea preguntas, no ofrece respuestas. O si las ofrece, será algo secundario.

    (Gracias por la entrada, Maese Nadie. Un placer).

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    Respuestas
    1. ¡Mamma mia, M.T.! Vos de nuevo por aquí. ¿Dónde habéis estado? ¿En hibernación, en la maternidad, tal vez en la trena, víctima de alguna arbitrariedad de Puig -vuelve pronto tú también, Felip, tu ausencia hace estragos en nuestro número de voyeurs-? ¿O tal vez de vacaciones, exámenes o nuevo novio? Ahora en serio, bienvenida una vez más a esta bitácora tuya, en la que no sólo apreciamos tus constantes ánimos, sino tu exquisitez y la agudeza de tus comentarios.

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    2. Venga ya, Maese Nadie... más de 10.000 seguidores y me echáis de menos a mí???? Boberías...

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    3. Seguidores no, visitas, querida M.T., las 7.854 derivadas de mi onanismo intelectual incurable (que otros lo llamen egolatría) y las de cuatro fieles como vos.

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